Los nativos americanos y las culturas indígenas de todo el mundo han entendido y han experimentado siempre la vida como un continuo entre especies (humanas y no humanas) y entre generaciones (presentes, pasadas y futuras). El siguiente discurso de 1848, atribuído al jefe Seattle, de la tribu de los suquamish, capta claramente dicha ininterrupción:
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Ésa es una idea que nos resulta extraña.
Si no somos dueños del frescor del aire ni del fulgor del agua, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?
Hasta el último rincón de este terreno es sagrado para mi pueblo. Cada aguja que resplandece en los pinos, cada pedazo del litoral arenoso, cada gota de la bruma de los sombríos bosques y cada claro que se abre en ellos, y asta el más pequeño insecto zumbador son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que recorre los árboles transporta los recuerdos del piel roja.
Si algo sabemos, es esto: la Tierra no le pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la Tierra. Eso lo sabemos bien. Todas las cosas están conectadas entre sí, como la sangre que une a nuestra familia. Todo está conectado.
Manifiesto para una democracia de la tierra - Vandana Shiva
diumenge, 18 de juliol del 2010
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